Y con la crónica de la última regata del año Luca está que se sale ( ed )
Cuarta prueba
¿Habrá o no regata este domingo?
Era cuestión de tiempo que, ya despidiendo el otoño, un temporal asolara nuestro litoral. Y lo ha hecho con fuerza, del Noroeste: el temido Mistral, viento frío y seco, aire tempestuoso y fortísimo, por encima de los cincuenta nudos, ha sido nuevamente protagonista de daños importantes. En el Puerto, las olas devastadoras y grandiosas que llegan desde este cuadrante, nos hacen vulnerables y, conseguir mantener a la flota indemne, es tarea dura y comprometida. En la jornada de ayer hubo que aplazar la regata de tripulación reducida. Al caer la noche, cumpliéndose los pronósticos meteorológicos, las esperanzas estaban en que cayera la intensidad y de que además el viento rolara a Tramontana, algo que probablemente permitiría regatear el domingo, confiando en quedarnos a sotavento de las inclemencias y resguardados por la misma Serra. Claro que la mar gruesa y rompiente también debía calmar su fuerza a la vez que lo hacía el viento. Pasar del Mestral provenzal a la Tramuntana de más allá de las montañas del Pirineo, tampoco es que fuera demasiado alentador. Esta era hasta la mañana de hoy domingo, la incógnita, a la que tuvimos cumplida respuesta al amanecer de un nuevo día en nuestro campo de regatas. (sigue)
En invierno, la asociación de estos dos aires, puede generarse debido a las fuertes invasiones del Aire Polar Marítimo del noroeste, aquellas que generan el Mistral en el Golfo de León, luego vadeando los Alpes por el Este y a través de la Europa Central y Apeninos, llega finalmente a desembocar en el Mediterráneo como viento del Norte, en una situación bien predecible y estable. En Francia hablan indiferentemente del uno y del otro como si fueran una misma cosa. Además de afectarnos geográficamente de diferente manera, a nosotros nos gusta poéticamente quizás, diferenciarlos.
Tanta dureza en el temporal, acercándose al fin de semana, ha supuesto que algunos no llegaran a confiar en que un cambio haría navegable el domingo; otros no pudieron llegar para competir. Aun así, más de veinte barcos se hicieron a la mar con los dientes afilados al viento para disputar una dura prueba: viento fresco, racheado a frescachón, de veinte hasta treinta y tres nudos, mar de fondo alta y cruzada con mucha corriente, pero allí estábamos. En el pantalán se respiraba cierta prudencia, incluso aprensión, aquello de ¿salimos o no salimos? Unos se miran a otros, ¿Quién sale? ¿Quién recoge? … algo así. Y está bien que sea así. Ese respeto al mar y a las condiciones adversas, nos mantiene alerta y conscientes de lo que hay que hacer para navegar con seguridad y regresar a puerto sanos y salvos.
Ataviados para mojarnos y con el barco arranchado en son de mar, soltamos amarras.
Salida, Isla Mitjana, Punta del Castillo en Santa Ponsa, Faro del Puerto: diecisiete millas para los mayores, clases uno y dos. Meltemi, Nadir V, Gruñon, Windancer, de sota a barlovento saliendo en punto, remontando con velocidad un mar de rociones y olas espumosas, cristalinos reflejos en blanco sobre añil claro (cerúleo).Tras ellos, algo retrasados al cruzar la línea, Ropit IV con serios problemas izando un foque que luego no querría bajar y Banff. En la retaguardia, Marecchiare, La Sirena y Azahar, este último, el Nautor’s Swan 42, azúl ultramar de Hervé Grunnig, gran ausente de principio de temporada y recién llegado, tras una extensa reforma, de las tierras del Mistral, la Languedoc: ahora luce una radiante y renovada cubierta de teca. Bienvenido a casa y a la competición.
Baliza de desmarque al 350º, entre Cala Egos y Es Falcons, Santa Ponsa y regreso para las clases tres y cuatro. Doce millas al desvente de La Mola, del Cap des Llamp y de Cabo Andritxol. Bulla – Cobra por sotavento, primero en la salida, cruzando la proa de todos en el bordo hacia tierra y primero en el desmarque, con Bachibuzuk pisándole los talones. A bordo del Macarella, un gran trabajo y esfuerzo de los chicos, pero una pésima salida por mi parte. La culpa fue del cronometro, que se paró… de las banderas que no vi… naturalmente. No, no, no, ¡fue solo mía la falta de inspiración!
Virado el desmarque, rumbo Sureste hacia lo que parecía una empopada de ensueño, pero no fue así. Portante sí, pero rolón, con mar desordenada y sin ver claramente que ocurriría muy cerca por delante: lo que estaba claro es que por fuera, alejándose de la costa había muchísimo viento; cerca de tierra había menos y desde luego, tras La Mola, entre el Cap des Llamp y Andritxol había encalmada. Lo de Santa Ponsa ya se vería más adelante. Con el spi preparado para izar, observábamos a los demás alejarse un poco y cayendo a barlovento: Bulla, Cremise y Bachibuzuk luchaban y peleaban duro para conseguir mantener el spi portando y estable.
No tardaron en arriarlo.
Lamentablemente, dos partes separadas de color rojo intenso se vieron volando a bordo del Bachibuzuk, lo que no les impediría seguir con velocidad, trasluchar y quedarse en la cabeza de la flota. Los demás perdieron bastante orzando, para luego caer hacia la costa. Andiria conseguía recuperar terreno por sotavento, igual que Macarella y un muy sorprendente Aquilonia, de nuevo navegando.
Nadir V, surfeaba encima de grandes olas, virada la isla Mitjana sin demasiado problema y liderando a la flota rumbo a Santa Ponsa, bien separado de la costa. Meltemi seguía sus pasos, pero navegando más profundo y cercano a la misma, mientras Ropit IV optaba por retirarse tras sufrir una lista de contrariedades increíbles… peleando con una contra hidráulica rota en la base del palo y colgando de la botavara, un genoa que no quería bajar, volando un asimétrico mientras un rival amenazaba con protestarle por navegar en rumbo portante y con dos velas de proa izadas… ¿Quién da más? Más tarde, vi a la tripulación reunida, sana y salva en puerto. Eso si que es importante y es para celebrarlo.
La bahía de Santa Ponsa empezaba a llenarse de velas, al confluir ambas flotas. Los grandes bajaban hacía la playa con spi asimétrico, alcanzando a los más pequeños en la baliza, para virarla y ceñir de vuelta. Aquí el Norte se dejaba notar, pero con menor intensidad y la mar era casi llana. Bachibuzuk brillantemente liderando a la flota, indicaba el camino a seguir: no era fácil decidir si salir separados de la costa o pegarse a ella. Claro está que en algún momento habría que hacerlo, pero ¿cuándo? El conocimiento, la oportunidad, la suerte o la desdicha de la regata estaban en este punto, al menos el último antes de echar la suerte.
Tras la Mola, solo quedaba bajar al Faro.
De ceñida, por sotavento, el paso de los cincuenta pies del Nadir V, fue aire fresco por sotavento y muy separado de la costa. Windancer bajaba delante de nosotros con spi bien pegado a tierra, relativamente cerca del acantilado de sa Panxa de sa Madona, en Cap des Llamp. Más tarde, Andiria y Bulla – Cobra perseguían al líder pegados a la Mola navegando paralelos a la línea de costa, aunque Aquilonia brillaba por fuera, también. Cremise y Macarella pagamos caro meternos en Cala Llamp, ellos menos, al salir muy astutamente antes que nosotros. Nunca olvidaré navegar contracorriente a cero nudos de velocidad sobre el agua y menos algo sobre tierra, durante unos pocos minutos, en frente del Morro des Garrover. Minutos que parecieron interminables horas.
¡A pocos metros soplaban rachas de veinte nudos…!
La llegada al Faro se hizo lenta. El Comité daba las llegadas en tierra firme.
Andiria, de Tomeu Ozonas, imparable, con o sin viento, suma su cuarta victoria consecutiva. Aquilonia, de Sebastian Alemany, segundo clasificado, su primer podio.
Bachibuzuk, de Pep Lluis Homar y los chicos de Pau Toni, regata tras regata más fuerte, tercero.
Nadir V, de Pedro Vaquer, sigue brillando con luz propia, ganándole una vez más el pulso al Meltemi, de Holger Diekmann. Windancer, de Beil Werner, siempre muy a gusto con vientos fuertes del Norte, tercero. Lucían todos el ya clásico, en esta etapa antes de Navidad, gorro de Papá Noel.
Termina el año. Las luces de Navidad están encendidas y bajo el árbol de algunos, hay ya regalos. Otros no llegaran a tener ninguno.
El mío, permitidme, para todos los regatistas, para toda la gente del Club, marineros, capitanes, monitores, miembros, socios y transeúntes, es este pequeño párrafo, una prosa, de las últimas escritas por Josep Plá en sus Notas del Crepúsculo.
En estos momentos, en esta casa, hay un gato muy pequeño, un gatito que sigue sistemáticamente a su madre y que, sin embargo, es tan esmirriado, tan fosforescente, tan esquivo, que es una autentica maravilla. Como a todos los gatos de su edad, lo que mas le gusta es jugar. Si estuviera alimentado, sería de un negro absoluto; ahora es de un negro tirando a dorado, con manchas de gris, de una delgadez total. Tiene unos ojos cambiantes y prodigiosos: a veces de un color oro intensivo; a veces de un color blanquecino embobado; a veces absolutamente indiferentes. Ahora este gato quiere jugar. Y, habiéndose entablado la Tramontana, este viento mueve las hojas caídas, con el otoño, de los castaños de Indias de la era. A veces las hace rodar vertiginosamente sobre un punto determinado; a veces se las lleva con el aire como si fueran pájaros sin peso. El gato se encuentra en medio de todo este pequeño mundo de hojas que el viento mueve o se lleva como si nada. Lo miro desde una ventana de la casa. El gato esta como loco. Mira el movimiento de las hojas, obsesionado. A veces quiere atrapar alguna hoja con la boca o con las patas, que se mueven, frenéticas, a su alrededor. Otras veces mira, como asustado, las hojas que el viento se lleva por el espacio. No puede atrapar ni una. Se abalanza sobre ellas, salta, da todo tipo de vueltas, entra en una especie de demencia.
A veces se detiene y mira que tiene que hacer. Retoma el movimiento frené-tico. Las hojas, secas, hacen un ruido como de cristal. El viento se lo lleva todo: el gato no tiene fuerza para morder una hoja ni para atrapar una con las uñas. El gato ha perdido. Su enorme vivacidad de juego no le ha servido de nada. El viento ha ganado. Al cabo de poco, veo que el animalito se hecha en la tierra de la era, más muerto que vivo, esmirriado, famélico, acabado… A veces me pregunto si la vida humana no es algo semejante.
Feliz Navidad.
Luca Monzani
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